El Rey del Golf

Sin lugar a dudas es una de las personas más queridas por todos. Tal vez sea una paradoja de la vida que haya nacido un 20 de julio, el día del amigo. Consultado por profesionales de todo el país, como así también por principiantes que recién se acercan a nuestro querido deporte para que los aconseje. Pero para él son todos iguales, cada alumno es especial. No solo le corrige los errores, sino también que cada clase las combina con una serie de chistes espontáneos y muy graciosos. “A vos te dicen carnicería a las 12, puro gancho”, “¡Cuidado! Mira si le pegas en la cabeza y te la tira al monte”. “Aléjate un poquito… pero del golf”. Son algunos de sus clásicos. Pero tal vez, algunos no sepan que por ejemplo gano 16 torneos como profesional y represento cuatro veces a la Argentina en la Copa del Mundo, esta es la historia de Juan Carlos Cabrera.

A los 11 años de edad llego al Ranelagh Golf Club para trabajar como caddie. El club le quedaba cerca de su casa -vivía a pocos metros de la estación de tren-. y comenzó a jugar al golf… los días martes…descubriendo su pasión por la pelotita blanca, dejando atrás los partidos de fútbol con amigos en los potreros: “me gustaba jugar al futbol, pero la verdad que era malísimo”.

Como caddie trabajaba a doble turno, por la mañana y la tarde, para poder juntar aproximadamente $100 por día. Entre otros, le llevo los palos a socios como por ejemplo Julio Texier.

A los 16 años llegó el momento de dar un paso importante en su vida. ¡Se hizo profesional! “En esa época uno para hacerse profesional tenía que presentar una carta firmada por el club donde nos presentaba como aspirantes a profesionales, después empezábamos a jugar torneos por todos lados, Mar del Plata, Rosario, Ranelagh, San isidro, etc.”

Cinco años más tarde le tocó el momento de cumplir con el servicio militar obligatorio, el sorteo no fue favorable. “Tuve que hacer las valijas y viajar hacia la provincia de Neuquén”. Allí estuvo un año, donde pudo volverse en la primer baja. Durante ese año pasaron cosas muy importantes… un amigo suyo, un tal Roberto de Vicenzo, ganó el British Open , transcurrían los años 1967 y 1968, y firmó mal la tarjeta del Masters, para perder por un golpe. “Me enteré por la radio, la verdad que no lo podía creer. Me puso muy contento por Roberto su victoria en el Abierto Británico, se le había escapado varias veces ya, y él tenía 44 años… Encima ganó en Houston también, sin dudas estaba jugando muy bien”.

Si hay un recuerdo que los marca a todos, es su primera victoria como profesional. Su primer triunfo llegó en Ranelagh, en su propia casa. Para muchos golfistas, el refrán nadie es profeta en su casa se cumple a la perfección en nuestro deporte. Llegó al hoyo 18 del domingo con dos golpes de ventaja, luego de un drive perfecto, erró su segundo golpe con el hierro 8 al bunker de la derecha. Allí se le vino un recuerdo a la cabeza: “Unos años antes vi perder un torneo en el 18 desde el bunker, no la pudo sacar e hizo 7. Estaba muy nervioso, pero la pude sacar e hice bogey para ganar. ¡Sin dudas fue hermoso!, los festejos con los amigos… una sensación hermosa”.

Luego de varios triunfos y terminar entre los dos mejores jugadores argentinos en el ranking, represento a la Argentina en cuatro oportunidades, dos de ellas en Filipinas y Tailandia. “Eran viajes muy largos, más de dos días viajando, primero se iba para Venezuela, después San Francisco, Hawaii, Japón y Tailandia. Un día le preguntaron a De Vicenzo como era el viaje hasta allá, y él le contestó, sentate en una silla mirando la pared 48 horas… así es el viaje”.

Allí también comenzaron los traslados a Europa, donde participó de torneos de la talla del Abierto Británico, PGA Championship Europeo, Abierto de Francia, etc.

En el año 1979 logró superar el corte en el Colgate PGA Championship de Europa en el mítico St. Andrews, compitiendo con jugadores del nivel de: Severiano Ballesteros, Gary Player, Greg Norman y Nick Faldo. Ese torneo no solo se dio el gusto de compartir con todas estas estrellas, sino presenciar la victoria de un gran amigo suyo: Vicente “Chino” Fernández.

Hoy en día, lo encontraremos como siempre en la querida cancha Azul de Ranelagh. Dando clases a sus alumnos, divirtiendo a la gente, practicando con su sand wedge, o tal vez simplemente disfrutando del paisaje que lo rodea, de esa cancha donde comenzó a forjar una historia tan grande como su amor por su deporte, el golf.


Acá dejamos algunas fotos: